domingo, 16 de junio de 2013

Las fuentes bajo la lluvia


¡Buenos días, Honobonian@s!

Un libro es lo que cuenta y el lugar donde lo cuenta. A Gonzalo de Berceo lo leí en una fresneda, a Plauto en lo alto de una montaña, Los años verdes de Mishima en el parking del Ikea de Alcobendas, el relato Las fuentes bajo la lluvia del libro de este mes en el pasillo de un hospital. Todos, todas, tenemos historias semejantes y eso hace que cada lectura sea una experiencia única e intransferible.

Borges decía que se consideraba antes brillante y afortunado lector que meritorio escritor. Una afirmación que surgía de su modestia, sin duda, pero que da cuenta de un hecho: si el mundo fuera un único y enorme salón, diríamos que las voces que contienen los libros llegan desde miles de rincones, en una suerte de caleidoscópico sorteo que premia nuestra existencia, y el escritor sólo emite desde un único y minúsculo lugar. La naturaleza le ha dotado de una sola voz, la suya.

El lector también un ocupa espacio en ese salón. Y, como un velero de imaginarias velas inflamadas por el viento de las palabras, lo recorre empujándose por libros que lo acompañan. Leemos en distintos lugares. Y cada uno deja su impronta, su perfume entre las páginas abiertas.

Para complicar un poco más la escena, historia escrita, voz del autor y lugar de la transmisión se entretejen y trascienden de tal modo que, aunque yo estaba –siguiendo el ejemplo anterior- en el bosque y en la cima sombreada y en el centro comercial y esperando en la clínica, también estaba en la Rioja del siglo XIII, en Roma y en Tokio.

Historias que, vueltas alas, ponen ante nosotros, nosotras, una escalera, una puerta camuflada o un pasadizo benéfico que nos roba de aquí y convierte en realidad algo que, a partir ese momento (porque las emociones se materializan, ¿sabéis?) es tan tangible como mi silla o la luz de esta habitación. No dejo de pensar que seguramente Borges estaba describiendo el fenómeno libro cuando hablaba del punto luminoso y fantástico, entre los peldaños de aquella quinta, que él llamaba Aleph.

Cada lectura es distinta y cada una de las sesiones de nuestro querido Honobono, también. En la última, hicimos una rueda completa de lectura de algunas de las Historias de la palma de la mano, de Yasunari Kawabata. Como en la Europa renacentista, igual que se leía en grupo la novela pastoril o según nos hace imaginar Boccaccio para su Decamerón, nos dimos el lujo de convertir de nuevo la literatura en comunicación oral. Fue espontáneo y no premeditado. ¿Cómo surgirá la próxima?

Yo no me quedaría con la duda… Como no llegamos a tratar los relatos de Mishima contenidos en el volumen Los sables, lo haremos en esta ocasión. Así que, repetimos obra, o mejor, ofrecemos la posibilidad de seguir leyéndola, con más tiempo aún, con más detenimiento, eligiendo, si queréis, lugares especiales para entretejerla en vuestra propia historia personal, tiñéndola un poco más de vosotros mismos, de vosotras mismas.

Lfont Tea Mountain
  C/Martín de los Heros, 37
  28008 Madrid
  Metro Argüelles
  De 19:00 a 21:00 h.

  Día 25 de junio

Un fuerte abrazo.

Pedro Pablo Ontoria