Querid@s honobonian@s:
Septiembre es un mes prolífico. Bajo el ruido de los
asuntos urgentes, de la correspondencia bancaria y de los dos millones de
cursos en que nos inscribiríamos precisamente ahora para sacarle todo su jugo
al invierno, hay una corriente discreta que no cede. He visto algo igual bajo
las hojas dentadas que esmaltarán el suelo dentro de poco en los castañares.
Arroyos cuyo ritmo alcanzas a escuchar si vas solo, minúsculos torrentes de
agua sin importancia.
La corriente, para nosotros, se llama Japón. Nadie se
explica muy bien por qué esa monomanía, esa casi fanática adicción por su
idioma y sus historias, que son lo único que podemos alimentar en la distancia.
Bien pensado, Japón se parece también a un amor imposible. Real, porque su encarnación
no es perfecta. Inalcanzable, en cuanto que amada (o amado) regala su deseada
presencia los días que dura un viaje, el rato que uno se vuelca en el estudio
de su gramática y las tardes robadas a todo que, por poco en secreto, dedicamos
a una novela. Pero nada más. Y al que se siente acuciado por el amor, la suma
de lo dicho, creedme, resulta siempre demasiado pobre.
Así que, como quien defiende un amor indefendible, hemos
llegado al acuerdo tácito de sonreír y salir del aprieto con pocas palabras
cuando nos hacen la consabida pregunta: ¿Y por qué Japón?
Hemos asumido que nos tomen por raros… Por suerte, vivimos
en una ciudad, o muy cerca de ella, y el anonimato de que se surten las grandes
aglomeraciones nos permite escabullirnos discretamente, justo como la corriente
que decía que alimentamos. Los amores, como este nuestro, exigen una fidelidad
poco frecuente: no acudimos llamados por cualquier timbre de voz a todo acto
que nos proponen. Hay siempre una condición. Si tiene que ver con el mundo al
que dirigimos nuestro afecto, sabemos que ese evento es nuestro lugar. Poco a
poco la filiación se establece, y la amada (el amado) se acostumbrará a
nosotros, a nuestra persistencia callada. Y ese día entenderemos por fin algo.
Aunque, claro, cuando nos disparen la consabida pregunta, seguiremos callados,
sonriendo.
Septiembre es un mes prolífico. El día 24 nos reuniremos en
Lfont Tea Mountain, como cada último martes de mes. Nuestra lectura para
entonces es Nieve de primavera, de
Yukio Mishima.
Además, los días 27 y 28 de septiembre contamos con un
espectáculo muy especial: en el Teatro Español se representa una obra (la más
famosa) de Bunraku, el tradicional teatro japonés de marionetas. Se trata de Los amantes suicidas de Sonezaki
(Sonezaki shinju) de Chikamatsu Monzaemon, que además, recordemos de paso, fue
traducida a nuestra lengua por Fernando Cordobés y Yoko Ogihara hace sólo un
par de años.
Finalmente, el día 28 se inaugura en Fundación Telefónica Data.path, una instalación artística,
concebida especialmente para este espacio por parte de Ryoji Ikeda, uno de los
más importantes compositores de música electrónica y creadores visuales contemporáneos.
Lfont Tea Mountain
C/Martín de los Heros, 37
28008 Madrid
Metro Argüelles
De 19:00 a 21:00 h.
Día 24 de septiembre
Un fuerte abrazo.
Pedro Pablo Ontoria
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